quarta-feira, 6 de outubro de 2010

O de Outono (II)

Las riendas de la vida cogí entre café y café para no quedarme dormido. El poder de la decisión, me dije. La elección moral y estelística que sea mía, que sólo yo sea dueño de mis actos y mis errores, mejor dicho, que sólo los errores que me incumban sean sólo míos sin interminables excusas ajenas. Pero soñaba, ya soñaba. Aquellos cafés no eran suficiente, mantenerme despierto después de toda aquella montaña de papeles amontonados, cosas que leer, textos que escribir, el horror sumergido en el fondo de todos aquellos informes. La vida me esperaba demasiado cargada de bombo, demasiado brava, me tomó por los pelos y me dejó allí a la deriva, medio muerto y ansiando los días refugiado tras los cristales mientras caía el otoño, o llegaba la primavera, vaya, lo mismo es, da igual, estaciones de tránsito, como mi vida, una vida de tránsito entre la obligación y la alegría del hombre libre.

Ignacio Escuín Borao, Habrá una vez un hombre libre
(Huacanamo)

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